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Alarcon et al. / Anales Cientícos 80(2): 515-522 (2019)
Julio - Diciembre 2019
La jación del nitrógeno a través del
Bacillus mejora la fertilidad del suelo en
comparación con la fertilización orgánica
y química que genera altos niveles de
contaminación con sales nitrogenadas,
metales pesados y microorganismos
patógenos para el ser humano y los animales.
Especies como B. fusiformis aislados de
maíz, trigo y arroz, han sido caracterizados
con una elevada actividad nitrogenasa,
por su excelente jación de nitrógeno y,
la especie B. rmus tiene la capacidad
de potenciar la actividad nitrogenasa de
microorganismos aislados en plantas como
Dactylus glomerata, aumentando la cantidad
de nitrógeno jado por la planta, lo cual
conlleva a una reducción considerable en el
uso de fertilizantes nitrogenados de origen
químico (Zlotnikov et al., 2001).
Las bacteris del género Bacillus tienen
la capacidad para formar esporas que
permanecen metabólicamente inactivas
pero viables en condiciones adversas, son
apropiados para la formulación de productos
estables que benecian los cultivos agrícolas
a través de mecanismos indirectos (Portela
et al., 2013). Terry et al. (2005) reportaron
que la presencia de Bacillus sp. es de gran
importancia porque forma parte de la
comunidad microbiana de la rizosfera del
tomate (1,5 * 10
6
). Mientras que, Orhan et al.
(2006) al evaluar dos cepas de Bacillus en un
cultivo ecológico de frambuesa en Turquía,
evidenció el efecto positivo en el crecimiento
vegetal. También, presenta resistencia
sistémica inducida frente a bacterias, hongos
patógenos, virus sistémicos y nematodos
de la raíz (Kloepper et al., 2004). Como
biofertilizante es una opción amigable para
el suelo y el ambiente que da respuesta a
la necesidad de implementar la agricultura
sostenible (Corrales et al., 2017).
Las bacterias mediadoras de vida libre que
participan mediante sus procesos metabólicos
en la jación de nitrógeno (Mishustin et
al., 1971) y solubilización de fostato son:
Bacillus spp., Clostridium spp., Klebsiella
spp., Pseudomonas spp., Enterobacter spp.,
Azotobacter spp., y Azospirillum spp., las
que han sido aísladas de la rizosfera, donde
el número de microorganismos diazótrofos
es generalmente mayor por la liberación y
concentración disponible de nutrientes en
forma de compuestos orgánicos (Terry et al.,
2005). A nivel mundial, se está investigando
las bondades de utilizar bacterias asimbioticas
del género Azotobacter y Azospirillum en la
reducción del periodo de germinación de las
semillas de tomate, ají y algodón (Recharte,
2015). Inocular con estos microorganismos,
incrementa la producción de hormonas del
crecimiento e incrementan la respuesta a la
fertilización química u orgánica.
Las Bacterias ácido lácticas
(Lactobacillus spp.) producen ácido láctico
como principal producto de la transformación
de hidratos de carbono (Buchelli, 2014)
y otros carbohidratos, producidos por las
bacterias fototrópicas y levaduras. Desde
tiempos antiguos el yogur y encurtidos
son hechos con bacterias ácido lácticas.
Así mismo esta fermentación produce
sustancias antimicrobianas, incluyendo a
las bacteriocinas que tienen la capacidad de
inhibir las bacterias patógenas, el deterioro
de los alimentos (Mata, 1999) y ayuda a
la descomposición de materiales como
la lignina y la celulosa fermentándolos,
removiendo efectos no deseables de
la materia orgánica no descompuesta
(Rodríguez, 2009). Las bacterias ácido
lácticas tienen la habilidad de suprimir
enfermedades incluyendo microorganismos
como fusarium (EM, 2012), que aparecen
en programas de cultivos continuos. Los
usos de bacterias ácido lácticas reducen
las poblaciones de nematodos, controla la
propagación y dispersión de fusarium, y
gracias a ello induce un mejor ambiente para
el crecimiento de los cultivos (Chamikag,
2017).
4. Conclusiones