Avatares de los inmigrantes venezolanos desde el lenguaje del cuerpo y emociones
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Enero - Junio 2020
humanos, sea la migración o la inmigración
son procesos que se han dado a lo largo de la
historia de la humanidad, y todos los países
y pueblos los hemos vivido, con mayor
o menor intensidad. Por consiguiente, se
han estudiado desde distintos enfoques,
metodologías y aspectos empíricos,
obteniendo resultados enriquecedores. En
el proceso migratorio de un individuo de un
lugar a otro, este lleva consigo, su cultura,
su historia y el equipaje emocional que
acompaña toda su existencia humana. “Sin
el cuerpo, que le proporciona un rostro,
el hombre no existiría. Vivir consiste en
reducir continuamente el mundo al cuerpo,
a través de los símbolos que esta encarna.
La existencia del hombre es corporal” (Le
Breton, 2010). Por eso mismo, el cuerpo
es un elemento de gran alcance para el
análisis de aquello que se quiere aprehender,
conocer, de una realidad dada. En nuestro
país la mayoría de estudios realizados desde
esa perspectiva son aquellos que ya sea que
abordan el conicto armado interno, como
cuerpos torturados, violados, humillados,
adoloridos; o que son expuestos como objeto
de moda y arte, con los tatuajes en la piel
de cuerpos jóvenes, objeto de belleza física,
gimnasios, tness, cuerpos intervenidos
quirúrgicamente, la salud, la dieta. Pero,
también como cuerpos que gozan y disfrutan
como objetos de deseo en las estas, los
bailes y en los espacios pro sexuales, como
resultan ser los hostales, en tiempo cada vez
más hedonista, etc.
En este artículo, tratamos el cuerpo no solo
como cuerpo-objeto, sino en su condición
bio-antropo-cultural en situación de
inmigración. Es decir, el cuerpo considerado
en toda su complejidad: físico, emocional,
mental, mágico, trascendental. Cuerpo que,
durante el proceso de existencia, desde el
nacimiento hasta la muerte, se ha constituido
en corporeidad a través de las acciones, los
movimientos, las distintas experiencias,
percepciones sensoriales, establecimiento
de vínculos emocionales, etc. Es mediante
todo este proceso que el cuerpo físico se
transforma en corporeidad. Sin corporeidad
somos solo cuerpo biológico, físico.
La conceptualización del cuerpo desde
esta perspectiva es bastante integral y
compleja. Escapa al propósito de este artículo
abarcarlo todo, por obvias razones. Por el
momento, nos referiremos a la corporeidad
como instancia que moviliza; la corporeidad
que comunica emociones y personas que
viven emociones que al despedirse de sus
seres queridos, al salir de su país. A las que
sufren en la travesía, desde que salen hasta
que llegan al país de destino. Y cuando llega
los estragos al que está sometido, sea por que
trabajan más de las horas acostumbradas y
en condiciones de desventaja y explotación
o peor aún si es mujer y joven. Así es como
se van generando los tipos de emociones y
que a su vez generan formas particulares de
interacciones sociales.
La información proporcionada por
varones y mujeres migrantes venezolanos/
as que permanecen en el país, tanto
en conversaciones informales, como
en entrevistas más formales y en
conversaciones dirigidas, lograron formar
un conjunto de conocimientos que reejan
la subjetividad de estos actores. Así, lo
que aparece en este escrito no son cuerpos
abstractos, despojados de sus características
vitales, emocionales, sino en sus vivencias,
donde lo instintivo y lo racional se juntan y
coexisten. Esto signica que, a contrapelo de
la tradición moderna que hace una diferencia
entre cuerpo y conciencia, en un dualismo
que separa la perspectiva vivida de las
signicaciones en la cotidianidad de la vida y
el viaje a su nuevo destino, aquí lo tomamos
en su unidad. Resulta clave el lenguaje. “El
sentido lingüístico no puede ser separado
de la experiencia, más precisamente, de
la experiencia de un sujeto concreto en un
mundo concreto” (Battan, 2004,179).