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Mercado, W. & Rimac, D. / Natura@economía 4 (1): 24-37 (2019)
Enero - Junio 2019
1 Introducción
La biodiversidad forestal sustenta una amplia
gama de bienes y servicios necesarios, y
además proveen Servicios Ecosistémicos
que impactan en el bienestar humano en
forma directa o indirecta (Fisher et al.,
2009; Costanza et al., 1997; Rodríguez et al.,
2016). MEA (2005) clasicó los servicios
ecosistémicos sobre la base de sus funciones
en: (i) servicios de aprovisionamiento de
productos; (ii) servicios de regulación de
procesos ecológicos como el agua y el
clima; (iii) servicios culturales de benecios
no materiales de actividad recreacional y
valor espiritual; (iv) servicios de apoyo,
que De Groot et al. (2010) clasican como
servicios de hábitat (de crianza, patrimonio
genético, etc.).
El Perú cuenta con más de 73 millones
de hectáreas (ha) de bosques, pero la
deforestación erosiona esos recursos, así
entre los años 2010 y 2013, se ha perdido
en promedio 113 mil ha de bosque al año,
debido principalmente a la conversión de
bosques en tierras agrícolas (SERFOR,
2015). En los bosques secos de la costa norte
el cambio de uso de suelo lleva a la pérdida
de recursos y biodiversidad (Sabogal, 2011),
afectando negativamente a las comunidades,
particularmente en Lambayeque, donde
la estabilidad económica depende en
parte de los recursos forestales, pues la
economía agraria es soporte económico y
de subsistencia para más de 400 mil familias
campesinas (Beltrán, 2013), así se reportan
pérdidas de 20 mil ha de bosque entre
Olmos, Motupe, Salas, Jayanca, Pítipo,
Íllimo y Mórrope (Cuentas, 2015).
Analizar las propiedades de los
ecosistemas, derivadas de los servicios que
ofrecen y de su valor de mercado ayuda
a la toma de decisiones sobre el uso de la
tierra, que deberían considerar su valor
natural, cultural y económico (comercial
y no-comercial) de bienes y servicios
ecosistemicos, y la distribución espacial
de esos valores, por lo que las estrategias
de gestión forestal para su conservación
se deben integrar al desarrollo territorial
(Rodríguez et al., 2016; Cuentas, 2015),
como herramienta para la formulación de
políticas nacionales (SERFOR, 2015).
Los servicios ecosistémicos de provisión
del bosque seco tropical son biodiversidad,
plantas medicinales, ornamentales, néctar
para apicultura, alimentos vegetales,
madera, leña, entre otros (UICN, 2015). El
bosque seco de Motupe ofrece diversidad
multioral para producir miel de abeja, que
permite generar ingresos adicionales a la
población rural y simultáneamente favorecer
la conservación de la biodiversidad.
Según Philippe (1990) el Perú cuenta
con razas de abejas carniola para apicultura
de clima frío y la italiana para zonas cálidas,
pero la mayoría son abejas “criollas” de
la cruza no controlada de la abeja negra
española, la italiana y más recientemente la
africana (Braunstein, 2006). Indacochea et
al. (2001) señala que el año 1999 se contaba
con 100 mil colmenas, en tanto, el IV Censo
Nacional Agropecuario (CENAGRO, 2012)
muestra 40 082 unidades agropecuarias
(U.A.) con colmenas y 214 276 colmenas en
producción, destacando Cuzco (17 909 en
total), Junín (15 309) y Cajamarca (11 841),
Lambayeque ocupa la 13va posición con 4
221 colmenas en 806 U. A.
La comercialización de miel de abeja
ocurre en el sector formal (supermercados,
tiendas naturistas y bodegas) que presentan
gran variedad de marcas procedentes
de diferentes zonas del país, y el sector
informal (mercados de abastos, ventas
directas de productores, ferias, etc.), que
concentra alrededor del 40% al 45% del
volumen comercializado, pero como no
es controlada, es difícil sistematizar la
información de producción y comercio.
Por ello, el objetivo del estudio fue analizar
la comercialización, competitividad y
rentabilidad de la miel de abeja proveniente
del bosque seco de Tongorrape (distrito de
Motupe), así como vericar las preferencias
de los consumidores urbanos en la compra
del producto.
2. Materiales y métodos
El estudio se llevó a cabo en Tongorrape,
distrito de Motupe, provincia y departamento
de Lambayeque. Motupe, es el principal
distrito frutícola de la zona, se ubica a 79 km
al norte de la ciudad de Chiclayo, siendo un
nodo intermedio que articula la producción
de los distritos vecinos a los mercados, por su
territorio discurren los ríos Chotoque (norte)
y Motupe (sur), limita al norte y oeste con el
distrito de Olmos, al sur con Jayanca, al este