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Gutiérrea, M.; Luna, H. / Natura@economía 4(2): 59- 69 (2019)
Julio - Diciembre 2019
en una pradera cultivada se registraron
producciones de forraje de hasta 952 kg/
ha, resultado superior a los 180 kg/ha
producidos en un pastizal natural (Flórez y
Bryant, 1990).
Bajo condiciones de secano, no
parece existir diferencias entre las tasas
de crecimiento del forraje de una pradera
cultivada y una natural, encontrándose
producciones promedias que no superan
los 10 kg/MS/ha/día (300 kg/ha/mes).
Sin embargo, cuando la condición de
precipitación y temperatura fueron óptimas,
las tasas se diferenciaron en el orden de 8 kg
MS/día (240 kg/mes) para la pradera nativa
y de 50 kg MS/día (1500 kg/mes) para la
pastura cultivada (Flores, 2006). Ñaupari
(2000), menciona que en la época lluviosa
las diferencias entre la producción de forraje
de una pradera cultivada y una natural es de
2,3 veces más, y puede superar los 8000 kg
MS/ha en un periodo de siete meses.
Perles alimentarios desarrollados
para diversas explotaciones ganaderas en
condiciones de sierra central encontraron
que el crecimiento de la vegetación depende
de dos factores principales: el primero, de
las condiciones climáticas apropiadas para
la producción de la biomasa forrajera y
segundo, que a mayor sea la carga animal a
la que se presiona la pastura el crecimiento
y la disponibilidad se verán afectados
negativamente (Ñaupari, 2000; Candelario,
2005; Avalos, 2006; Esponda, 2007). Por
ende, la forma como gestionan los pastizales
los pobladores que dependen de ellos es un
factor importante para su conservación o
degradación, esto nos lleva a analizar cuáles
pueden ser los factores que ocasionan el
sobre uso de algunos recursos naturales
como es el caso de los pastizales.
Como lo menciona Bromley (1991)
cuando se poseen derechos de propiedad
completos sobre los recursos naturales
se puede realizar una óptima asignación
de estos, ya que se puede internalizar las
externalidades y se generan los incentivos
necesarios para que el comportamiento
racional de los agentes los impulse a su
uso eciente. Un agente posee derechos
de propiedad completos sobre un recurso
cuando posee los derechos de uso y de
exclusión, es decir puede usar el recurso
como mejor le convenga asumiendo los
benecios y las obligaciones que de sus
decisiones se desprenden, y puede excluir
a terceros de su uso (Canavese, 2007).
Los pastizales y más precisamente el
recurso forrajero se caracterizan por ser un
recurso catalogado como de uso común los
cuales presentan características de ser no
excluibles pero rivales en su extracción, es
decir, pueden ser utilizados o consumidos
por cualquier agente económico sin ningún
tipo de limitaciones debido a la ausencia
de derechos de propiedad. Estas dos
características (no excluibles y rivales) en
simultáneo hacen que estén inmersos en una
situación conocida como la tragedia de los
comunes (Ward, 2006).
La tragedia de los comunes descrita por
Hardin (1968) plantea una situación que se
presenta cuando existe un recurso común o
comunal, es decir no existen restricciones
al acceso, su uso ocasiona costos cada
vez mayores a los agentes que lo explotan
(rivalidad), de igual forma, los agentes
económicos actuando racionalmente pero
individualmente en su afán por maximizar
sus benecios terminan por destruir el
recurso (Caera, 2018).
Ostrom (2011), menciona que “es
importante que los agentes o usuarios
locales de un recurso que tenga
características de bien de uso común tengan
acuerdos claros sobre reglas de denición
de límites, mecanismos de solución de
conictos, planes de monitoreo, sanciones
graduadas apropiadas y sus propias reglas
relacionadas con el aprovechamiento del
recurso a n de evitar caer en la trampa de
la tragedia”.
La clasicación de los recursos
naturales en renovables y no renovables
nos proporcionan tres tipos de modelos
de análisis: para los recursos renovables
se tienen los llamados modelos de pesca
y modelos de bosques, y para los no
renovables los modelos de minas (Romero,
1994; Riera et al., 2005; Maldonado, 2008).
A pesar de las actividades de las cuales
derivan los nombres de los modelos, estos
deben de verse como propuestas de análisis
más generales y no excluyen a que otros
recursos naturales se puedan ajustar a la
metodología de los modelos mencionados
(Romero, 1994; Galarza, 2004) como por
ejemplo los pastizales.