Evaluando el desarrollo sostenible en la Región Junín
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Julio - Diciembre 2019
1. Introducción
A raíz de la reciente coyuntura mundial de
altos precios del petróleo y algunos metales
(a partir del año 2005), el Perú inició un
proceso de crecimiento económico nunca
antes experimentado, lográndose incluso
tasas de crecimiento anuales superiores
al 7%. La tasa de crecimiento del Valor
Agregado Bruto durante (VAB) los periodos
2005/2006, 2006/2007, 2007/2008,
2008/2009, 2009/2010 y 2010/2011 fueron:
6,4; 7,6; 8,5; -0,2; 7,6 y 5,7; respectivamente
(INEI, 2013ª). Esto ha conllevado a una
mayor dinámica en la economía local. Tal
fue este crecimiento que incluso ante la
crisis nanciera del año 2008, la rápida
mejora en los precios de exportación,
aunada a las fortalezas de la economía
peruana y las acertadas políticas económicas
implementadas, logró que la velocidad de
recuperación de la economía peruana fuera
más rápida que la de sus pares de América
Latina (MEF, 2011).
Sin embargo, el desempeño económico
no ha sido homogéneo, puesto que ha diferido
al interior del país y estas diferencias van más
allá de la clasicación geográca. Algunas
regiones lograron crecer rápidamente,
mientras que otras, quedaron rezagadas
respecto al crecimiento departamental
promedio. En particular, algunos
departamentos pasaron a ser “emergentes”
debido al desarrollo de la agroindustria y
la minería, entre otros factores. En otros
departamentos, el desarrollo de la industria
del turismo contribuyó al dinamismo
económico. En ambos casos, el empleo
aumentó rápidamente. Sin embargo, en
la gran mayoría de las regiones mineras
del Perú ha sido difícil iniciar procesos de
industrialización (Armendáriz et al., 2011).
Durante este periodo, los departamentos
típicamente mineros como Cajamarca
y Junín presentaron niveles de ingreso
per-cápita y tasas de crecimiento anual
del ingreso per-cápita por debajo del
promedio nacional. Los ingresos per-cápita
de estos departamentos -como promedio
del periodo 2005-2011- oscilaron entre
1,752 y 3,156 soles (constantes 1994)
cuando el promedio nacional fue 6,442
(INEI, 2012a). Esto corrobora el hallazgo
de Armendáriz et al. (2011) en el sentido
que algunos departamentos, a pesar de su
riqueza, han presentado niveles rezagados
de crecimiento, incluso en comparación al
promedio nacional.
Si bien la tasa de crecimiento del PIB
per-cápita es vista como un indicador del
crecimiento económico, no necesariamente
es la mejor para evaluar el desempeño
económico de una economía. Cuando una
economía extrae sus recursos naturales
no renovables (por ejemplo, metales),
eventualmente incrementa su dinámica
económica y su PIB, pero al mismo tiempo
reduce su stock de capital natural, y
mermando eventualmente su capacidad para
generar ingresos (provenientes del capital
natural) en el futuro.
En consecuencia, una economía
puede tener un PIB creciente durante un
corto periodo y luego presentar niveles
decrecientes. Esto es un problema para
las economías altamente dependientes de
sus recursos naturales, especialmente en
recursos no renovables como los metales.
Este es el caso de varios departamentos en
el Perú.
Así, departamentos que poseen un PIB
per-cápita por encima del promedio nacional
e incluso con elevadas tasas de crecimiento
no garantizan mantener un nivel de bienestar
humano no decreciente en el tiempo. Lo
contrario también es válido: departamentos
que han presentado débiles niveles de PIB
per-cápita bien podrían estarse preparando
para satisfacer niveles crecientes de bienestar
en el futuro.
Por ende, el PIB no permite evaluar
apropiadamente si el bienestar humano
vinculado a la actividad económica puede
ser al menos no decreciente en el tiempo.
El problema de las tradicionales medidas
de ingreso es que no permiten inferir
mucho sobre el bienestar humano futuro.
Simplemente constituyen la imagen de un
momento particular de la economía. Esto ya
fue señalado por Dasgupta y Mäler (2000),
en el sentido que el PIB (en un sentido
estricto, el PNN) no es el más apropiado para
las tareas que normalmente se le asignan.
Dasgupta y Mäler (2001) propusieron el
indicador Inversión Genuina como el más
apropiado para evaluar si una economía ha
estado en la senda del desarrollo sostenible
durante un periodo dado. Este indicador
económico consiste en medir el cambio del
valor de la base productiva o riqueza de