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1. Introducción
Ventura García calderón (1886-1959) es uno de
los representantes más importantes de la narrativa
modernista en el Perú. Si bien nació en París y vivió
una buena parte de su vida en la Ciudad Luz, siempre
estuvo pendiente del Perú y varios de sus libros
(algunos en francés, otros en español) tratan de
temas que podemos denominar “peruanos”. Este es
el caso de La venganza del cóndor (1924), el cual es
considerado como un hito de la narrativa peruana de
temática indianista.
Tierra Nuestra, 15(2), 80-86 (2021)
Tierra Nuestra
ISSN 2519-738X (En línea), ISSN 1818-4103 (Impresa)
https://revistas.lamolina.edu.pe/index.php/tnu
ARTÍCULO ORIGINAL RESEARCH ARTICLE
© Los autores. Publicado por la Universidad Nacional Agraria La Molina
El artículo es de acceso abierto y está bajo la licencia CC BY
Recibido: 30/05/2021; Aceptado: 01/12/2021; Publicado: 30/12/2021
http://dx.doi.org/10.21704/rtn.v15i2.1854
La problemática de la ficción en la narrativa de Ventura García Calderón
The problematic of fiction in the narrative of Ventura García Calderón
Jim Alexander Anchante Arias1*
* Autor de correspondencia: janchant[email protected].pe
RESUMEN
La narrativa peruana de Ventura García Calderón, inscrita en el contexto estético-literario del indianismo
modernista, generó una gran polémica en su relación con el proyecto político-cultural del Indigenismo en las
primeras décadas del siglo XX en nuestro país. El presente artículo busca reflexionar en torno a este debate,
centrándose en algunos cuentos de su libro La venganza del cóndor (1924), de los alcances narrativos de este autor
en torno a lo fantástico y lo maravilloso, así como su singular posición en torno al proyecto indigenista.
Palabras clave: Indianismo, modernismo, indigenismo, ficción, realidad.
ABSTRACT
Ventura García Calderón’s Peruvian narrative, inscribed in the aesthetic-literary context of modernist Indianism,
generated a great controversy in its relationship with the political-cultural project of Indigenism in the first decades
of the twentieth century in our country. This article seeks to reflect on this debate, focusing on some stories from
his book La venganza del cóndor (1924), of the narrative scope of this author around the fantastic and the wonderful,
as well as his unique position around the indigenist project.
Keywords: Indianism, Modernism, Indigenism, fiction, reality.
1 Universidad Nacional Agraria La Molina, Lima, Perú. janchan[email protected]du.pe. ORCID: 0000-0002-0452-9353
Forma de citar el artículo (Formato APA):
Anchante, J. (2021). La problemática de la ficción en la narrativa de Ventura García Calderón. Tierra Nuestra. 15(2), 80-86.
http://dx.doi.org/10.21704/rtn.v15i2.1854.
Anchante, J. Tierra Nuestra, 15(2), 80-86. DOI. 10.21704/rtn.v15i2.1854
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Ahora bien, utilizamos el término “indianista” y
no “indigenista”, pues nos basamos en la propuesta
crítica de Tomás Escajadillo (1994) sobre el proceso
del indigenismo literario en nuestro país. En el
presente artículo vamos a analizar algunos cuentos
de García Calderón de La venganza del cóndor, a la
luz de los estudios de Escajadillo sobre el
indigenismo, así como del marco teórico de la
ficción en oposición a lo que denominamos
convencionalmente como la “realidad”.
2. Aspectos preliminares
Asumiendo la tesis mariateguiana de no entender
el Indigenismo como una mera “escuela literaria”,
sino ante todo como una literatura cuya existencia se
explica por la presencia del problema indígena”,
Tomás Escajadillo (1994) analiza minuciosamente
su proceso, desde sus etapas preliminares hasta la
actualidad. Dentro de las primeras, las cuales
cumplen una función de precursoras del
Indigenismo, observa el crítico dos tendencias: el
indigenismo romántico-realista-idealista y el
indianismo modernista. Cada una presenta
peculiares características, las cuales van a
relacionarse u oponerse en mayor o menor medida
con el Indigenismo propiamente tal. Sin embargo,
desde la perspectiva de Escajadillo, ¿qué
entendemos por indigenismo propiamente tal? En su
libro La narrativa indigenista peruana, el cual tiene
como embrión su tesis doctoral La narrativa
indigenista: un planteamiento y ocho incisiones
(1971), señala el crítico ciertos rasgos
indispensables para la consecución de una literatura
propiamente indigenista, las cuales van a ser: 1)
tratamiento del tema indígena; 2) sentimiento de
reivindicación social; y 3) una noción denominada
“suficiente proximidad” en relación con el mundo
recreado del indio y del Ande (Escajadillo, 1994, pp.
41-43). Esta “suficiente proximidad es explicada
unas páginas más adelante al hacer referencia a la
relevancia de la penetración que el autor haga al
“mundo total” del habitante andino. Y justamente
por ello, para poder comprender adecuadamente esta
última característica, debemos partir de textos
concretos, que es lo que realiza Escajadillo en sus
estudios sobre Enrique López Albújar, Ciro Alegría
y José María Arguedas, señalados como principales
hitos, los cuales “significan tres niveles, cada vez
más profundos, de compenetración con el indio, su
alma, sus sueños, el drama de su explotación, la
visión de su destino futuro (Escajadillo, 1994, p.
49). Si partimos entonces de estos tres rasgos para la
consecución de una obra indigenista propiamente
dicha, observaremos que sus antecedentes carecían
de una o más, o las trabajaban en forma superficial.
Por ejemplo, el crítico identifica que el llamado
indigenismo romántico-realista-idealista,
evidenciado en obras como El padre Horán o Aves
sin nido, si bien cumple en mayor o menor medida
con los dos primeros rasgos, no lo hace con el
tercero, pues aún encontramos en estas novelas una
representación idealizada e inexacta del indio. Sin
embargo, señala enfáticamente Escajadillo que este
periodo será el antecedente directo del indigenismo
propiamente tal.
No es este el caso del indianismo modernista, en
el cual el estudioso incluye textos tales como los
cuentos “incaicos” de Abraham Valdelomar
(conocidos con el título de Los hijos del Sol) y los
cuentos “peruanos” de Ventura García Calderón.
Aquí podemos hablar únicamente de un tratamiento
del tema indígena, también con sus llamativas
peculiaridades, mas no de un sentimiento de
reivindicación social ni de una “suficiente
proximidad” para con el referente en cuestión, sino
todo lo contrario: una “insuficiente proximidad” o
“lejanía” en el conocimiento y, en consecuencia,
limitada experiencia para la representación profunda
del mundo andino. Es importante enfatizar ello,
porque dentro de los estudios latinoamericanos, en
algunas ocasiones, términos como “indianismo e
“indigenismo” han sido confundidos o empleados en
forma similar. Hoy sabemos que no es así. Sin
embargo, la discusión en torno al proceso no está
cerrada.
Elaboradas estas aclaraciones, observamos que
el autor a analizar, Ventura García Calderón, está
enmarcado en el indianismo modernista, el cual es
caracterizado por su representación externa del
indio, pasadismo idealista y exotismo a ultranza. Si,
tomando en cuenta ello, y considerando la propuesta
de Alberto Escobar, quien señala que el indigenismo
“hizo volver los ojos hacia lo nacional” (Escobar,
1960, p. XXX), entendemos la bipolaridad que se
formó en torno al autor de La venganza del cóndor
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en su momento: de fácil elogio por los sectores más
tradicionales del intelectualismo limeño, y de una
feroz y repulsiva crítica por parte de los grupos de
avanzada en materia cultural y potica. Continuando
con Escobar, quien reali un análisis agudo del
proceso narrativo peruano en el prólogo de su libro
La narración en el Perú, establece como una
característica esencial de nuestra narrativa “una
constante atracción de la realidad”, la cual se hace
patente en especial en el movimiento indigenista.
Esta búsqueda de la realidad, entonces, sumada a los
alcances que por esos años se obtuvo en los estudios
de las realidades desde fuentes etnohistóricas,
arqueológicas y antropológicas (Ricardo González
Vigil, 1990a, p. 40), reforzó aún más la crítica
negativa a una obra que, desde la perspectiva de los
primeros indigenistas (representantes del
indigenismo “ortodoxo”, desde el esquema
planteado por Escajadillo) no solo falseaba y
deformaba al indio y Ande reales, sino que además
tomaba una posición de conquistador hispano frente
a una raza “inerme que no supo sublevarse”. Por
ello, las obras de García Calderón estuvieron en el
ojo de la tormenta en todo ese periodo. El mismo
Escajadillo en su tesis doctoral dedica un capítulo a
la obra narrativa de García Calderón, a manera de
“proceso” al autor, al mejor estilo del adoptado por
Mariátegui para con la literatura peruana en el
último de sus lebres Siete ensayos de
interpretación de la realidad peruana. Sin embargo,
lo interesante es que el mismo Escajadillo en un
momento de su texto nos convoca para indagar en la
obra de quien en palabras de González Vigil es
considerado como el primero de nuestros
modernistas:
Todos hemos escuchado o leído las críticas
que se le hacen a Ventura García Calderón
(…): el mundo andino, la realidad
psicológica del indio no es así. Sí, pero, ¿en
qué medida esto invalida la obra de Ventura
García Calderón? ¿Cómo y por qué difiere
su indio (recreado, verbal, ficticio, etc.), del
indio del mundo real, del mundo objetivo?
¿En qué medida y por qué las
deformaciones de dicha realidad recreada
pueden resultar en la negación de una gran
calidad literaria de tal obra? ¿mo se
relacionan y en qué formas pueden dichas
deformaciones invalidar la pericia técnica y
los aciertos básicamente formales donde se
nos dice que Ventura García Calderón sí ha
conseguido aciertos estéticos? (…) es
necesario saquear esa especie de “huaca
sagrada” de la historia literaria en que se
encuentra la momia intocable de don
Ventura García Calderón, y examimosla
a la implacable luz del sol, veamos qué hay
en ella de auténtico y de valioso, y qué de
falso y desechable… (Escajadillo, 1985,
pp. 62-63)
Las dos primeras preguntas nos conducen, en
parte, hacia el problema de la realidad y la ficción
literarias, lo que nos servirá de punto de apoyo para,
como recrea Escajadillo, saquear” esa huaca
sagrada” en que ha devenido la obra de García
Calderón.
3. Lectura de Ventura García Calderón: el
problema ficción / realidad
Lo primero que se nos puede venir a la mente
cuando pensamos en cómo la obra de García
Calderón ha caído en cierto olvido, que se acepta su
temprano envejecimiento y, en general, que no llama
la atención a los lectores de esta época, nos parece
que es lo siguiente: en sus cuentos sus textos más
logrados falsea, es decir, no representa en forma
fidedigna la realidad andina. Curiosa respuesta, si
pensamos que el escritor indigenista a quien la
crítica y la sociedad en general ha reconocido como
el s verista en cuanto a la representación del
mundo andino, José María Arguedas, fue criticado
por algo muy similar con sus palpables
diferencias en la famosa mesa redonda en el
Instituto de Estudios Peruanos, en 1965, en torno a
su novela Todas las sangres. Si bien la comparación
puede resultar excesiva, hay un problema de fondo
que nos parece es el mismo: la posición de establecer
juicios de valor estético a partir de en qué medida se
acepta o niega la calidad de un escritor por la
veracidad o falsedad del mundo que representa en su
relación con eso que llamamos la realidad.
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Los cuentos “peruanos” de García Calderón
aparecieron en un contexto (década de los 20) donde
la estética modernista de rasgos exóticos, de la que
él forma parte, entraba en franco declive, y la
tendencia de “doblarle el cuello al cisne” se hermana
en algunos puntos con la perspectiva de los nuevos
escritores regionalistas, quienes retoman formas del
realismo decimonónico, en contrapartida con los
experimentos vanguardistas que se venían dando,
sobre todo, en poesía. Dentro de estos cambios en el
terreno de la narrativa peruana y latinoamericana,
donde hay una búsqueda de reivindicación social
con los sectores explotados en nuestro caso, el
andino-, una propuesta como la de García Calderón,
heredera del más tradicional exotismo europeizante
y, en especial, francés, caía en un franco
anacronismo. El gran éxito que tuvo en países
francófonos, hasta el punto de haber estado muy
cerca de ganar el Premio Nobel, se debió a que en el
Viejo Continente su literatura fue considerada como
“actualizadora” en el conocimiento de culturas tan
lejanas para ellos como la nuestra, después de la
versión estereotipada que había dejado la conquista,
mientras que en nuestro país los intelectuales
indigenistas observaban que esta visión colonial del
indio no discernía en casi nada con la lectura de
García Calderón sobre el Perú y el Ande.
En suma: el proyecto literario del Indigenismo en
este periodo, el cual se vinculaba directamente con
una propuesta de reivindicación potica, social y
económica de ese sector en nuestro país, chocaba
rotundamente con la fantasía y el exotismo
modernistas con que el autor en cuestión pintaba el
mundo andino. El asunto de hecho iba más allá de
las fronteras estrictamente literarias.
Ahora bien, volviendo a estas fronteras, y
trayendo a colación la afirmación de Tzvetan
Todorov de que “la literatura se crea a partir de la
literatura, y no a partir de la realidad, sea esta
material o psíquica: toda obra literaria es
convencional” (Todorov, 1980, p. 12), entonces la
literatura de V.G.C. debería quedar limpia de polvo
y paja, ya que cada escritor podría hacer lo que le
la gana con la realidad que crea en sus ficciones.
Para reflexionar sobre ello, detengámonos en tres
cuentos del libro La venganza del cóndor (1924):
“Coca”, “La llama blanca” y el que da título a esta
colección de cuentos, donde apreciamos que se
desarrolla, con sus niveles y particularidades, el
tema de la venganza. Escajadillo apunta que esta
especie de revancha cobrada” por el indio a su
opresor hispano se plantea en forma explícita
únicamente en “La venganza del cóndor”, y
parcialmente en “Coca”. Sin embargo, asumimos
que este tópico de la venganza también se evidencia
en “La llama blanca”, aunque en forma implícita y a
partir de una tensión en el campo de lo cognoscitivo.
Hay algunos hechos en estos cuentos que, a
priori, podríamos catalogar de fantásticos: el
supuesto secreto pacto entre el indio y el ndor para
desbarrancar de los cerros a los opresores de la “raza
vencida”, el efecto nocivo de la coca para el
descendiente del conquistador, que lo conducirá a la
muerte, y la capacidad de “los que no supieron
sublevarse” de traer de la muerte a un animal
vinculado con la deidad pagana de la Luna.
¿Estamos ante cuentos fantásticos? Todorov nos
muestra con bastante lucidez la gran paradoja del
efecto fantástico en literatura:
Si algunos acontecimientos del universo de
un libro se dan explícitamente como
imaginarios, niegan, con ello, la naturaleza
imaginaria del resto del libro. Si tal o cual
aparición no es más que el producto de una
imaginación sobreexcitada, es porque todo
lo que la rodea pertenece a lo real. Lejos de
ser un elogio de lo imaginario, la literatura
fantástica presenta la mayor parte del texto
como perteneciente a lo real, o, con mayor
exactitud, como provocado por él, tal como
un nombre dado a la cosa preexistente.
(Todorov, 1980, p. 130)
Creemos que esta cita es muy interesante para
analizar el problema en torno al “caso” García
Calderón: si, dentro de nuestras posibilidades de
lector, separamos lo “fantástico” de lo “no
fantástico” en los cuentos en mención, aquellas
partes que podríamos denominar veristas (en
especial relacionadas con la descripción del mundo
andino y del indio) son definitivamente falsas desde
una perspectiva sociológica; desde una perspectiva
literaria, en cambio, se enmarcan en una tradición de
linaje romántico que heredó el modernismo donde
lo exótico entraba en conjunción con lo misterioso,
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desde una perspectiva cercana a lo gótico. Para el
narrador deLa venganza del ndor” los Andes son
en la tarde vastos túmulos grises y la bruma que
asciende de las punas violetas a los picachos
nevados [que] me estremecía como una
melancoa visible. En el flanco de las
gigantescas vértebras aquel camino rebañado en
la piedra y tan vecino a la hondonada mortal
parecía llevarnos, como en las antiguas alegorías
sagradas, a un paraje siniestro”. (García
Calderón, 2011, pp. 483-484: nuestro añadido)
En el mismo cuento, el personaje retrata al indio
de la siguiente manera:
me espiaba con su mirada indescifrable, y
como yo quisiera saber muchas cosas a la
vez, me explicó en su media lengua que a
veces, taita, los insolentes cóndores rozan
con el ala del hombro del viajero en un
precipicio. Se pierde el equilibrio y se rueda
al abismo. (…) Yo no inquirí más, porque
éstos son secretos de mi tierra que los
hombres de su raza no saben explicar al
hombre blanco. Tal vez entre ellos y los
cóndores existe un pacto obscuro para
vengarse de los intrusos que somos
nosotros. (García Calderón, 2011, p. 484-
485)
Su manera de representar el mundo y sus
personajes se enmarca entonces en una clara
tradición literaria de exotismo romántico-
modernista. Sin embargo, a partir de la cita de
Todorov, la paradoja de lo fantástico radicaría aquí
en que, identificado lo “sobrenatural”, el lector ha
podido asumir que lo demás tiene que ser la realidad.
Pero esta supuesta realidad pertenece también al
mundo de la ficción, pues, como sabemos, cada obra
literaria crea su propia verosimilitud, con sus propias
leyes y demandas. Por tanto, tachar de “falsa” una
realidad ficcional es, desde nuestra óptica, atentar
contra la naturaleza simbólica del discurso literario.
En cuanto a lo supuestamente fantástico en estos
cuentos, también se ha hecho una dura crítica a
García Calderón de su “falsedad”, en tanto se le ha
opuesto a una tradición a la que la visión tico-
mágica del mundo andino está vinculada: el
realismo maravilloso. Si bien la oposición entre
realismo objetivo y realismo maravilloso señalada
por José Antonio Bravo (Bravo, 1978, pp. 23-24)
nos parece poco flexible y permite la aparición de
ciertas “fisuras”, sí es importante señalar un aspecto
que brinda en torno de lo real maravilloso y que tanta
relevancia ha cobrado en la literatura
latinoamericana, sobre todo a partir de los años 40:
la noción de la “fe” en aquellos que viven esta
realidad tico-mágica. Los mayores exponentes del
indigenismo, tanto en los periodos de indigenismo
ortodoxo como de neoindigenismo, como señala
Escajadillo, han representado esa idiosincrasia
relacionada con el mito, a partir de su “suficiente
proximidad” con el mundo y hombre andino, cada
vez con mayor profundidad, y reconociendo la labor
de Arguedas como uno de los grandes paradigmas.
En resumen: el autor de La venganza del cóndor
buscó retratar ese mundo “no realdel Ande en tanto
forma parte del “mundo totalque luego desarrolló
el indigenismo como tal, motivo por el cual su
vínculo no es tanto con lo fantástico como con lo
maravilloso; sin embargo, esa búsqueda de
representar lo maravilloso del Ande también ha sido
falseada, es decir, ha sido considerada “no
verdadera” y hasta tendenciosa (lo cual no deja de
tener su parte de certeza) en tanto hay una “fe” en la
existencia de esta realidad maravillosa. Así, ambas
tendencias realismo objetivo y realismo
maravilloso del mundo andino, asentados en la
intención de reivindicación social y en la mirada
tico-mágica respectivamente se funden en una
sola: la penetración en el “mundo total” a la realidad
andina aludida por Escajadillo. Es aquí donde entra
en juego el problema de lo cognoscitivo: los
narradores y/o protagonistas de los cuentos tratados,
los hombres blancos herederos de la raza vencedora,
no pueden entrar en ese insondable y misterioso
mundo del indio, puesto que “son secretos de mi
tierra que los hombres de su raza no saben explicar
al hombre blanco”. El autor comparte ese
desconocimiento con sus personajes ficticios y
configura así un mundo que sugiere s secretos
que certidumbres, dentro de una tradición literaria
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claramente rastreable: la del exotismo modernista de
herencia romántica.
4. Ventura García Calderón y el proyecto
indigenista
Es una anécdota interesante el hecho de que
García Calderón haya querido difundir la noticia de
que su libro La venganza del cóndor apareció un
poco antes que los Cuentos andinos (1920) de
Enrique pez Albújar, libro donde, en palabras de
Ciro Alegría, se pinta por primera vez a indios “de
carne y hueso”, afirmación con la que años después
discreparía José María Arguedas. Luego se
demostró que esto no fue así y que el libro de García
Calderón recién se publicó en 1924. Escajadillo no
deja lugar a dudas cuando señala que la ideología
subyacente en la literatura de García Calderón
proviene de la vieja casta de “espíritu
encomendero”, parafraseando la afirmación de
Mariátegui. Sin embargo, debemos reconocer que
sus narraciones de tema “peruano”, pensadas sobre
todo para un público europeo y escritas muchas de
ellas originalmente en francés, no son de una
originalidad exclusiva del autor, sino que, como se
ha recordado, forman parte de una tradición literaria
bien definida. Entonces, la crítica al autor de La
venganza del autor no debe ir tanto por su
representación falsa del mundo andino y sí más bien
por el anacronismo en que caen sus narraciones en
un contexto en que la estética modernista ya había
sido superada. Sin embargo, creemos que la
principal crítica debe radicar en la posición que el
autor buscó obtener en el proyecto del indigenismo
a partir de los años veinte: sabemos de su labor en
Europa como propulsor y difusor de la cultura
peruana, pero justamente desde una perspectiva que
contradecía las propuestas tanto ideológicas como
estéticas del indigenismo propiamente dicho. Por
ende, el autor también cayó en la paradójica
situación en que se encontraron muchos de sus
críticos más feroces: la de suponer, desde una
perspectiva extraliteraria, que lo que estaba narrando
iba más allá de la realidad ficcional y se insertaba en
lo que comúnmente denominamos como la “realidad
concreta”.
Es importante señalar tanto lo estético como
lo ideológico en el proyecto del indigenismo, pues,
como expresa Antonio Cornejo Polar,
el indigenismo, el verdadero indigenismo, no
sólo asume los intereses del campesino indígena;
asimila también, en grado diverso, tímida o
audazmente, ciertas formas literarias que
pertenecen orgánicamente al referente. Se
comprende que esta doble asimilación, de
intereses sociales y de formas estéticas,
constituye el correlato dialéctico de la
imposición que sufre el universo indígena del
sistema productor del indigenismo: es, por así
decirlo, su respuesta. De aquí se desprende que
el trabajo crítico sobre el indigenismo no puede
seguir realizándose en función excluyente del
criterio de “interioridad”. (…) Aunque el
indigenismo tiene una inequívoca vocación
realista, y aunque sus obras efectivamente
intentan plasmar representaciones fidedignas del
mundo indígena, lo cierto es que al lado de esta
capacidad mimética el indigenismo ensaya otra
forma de autenticidad, más compleja, que deriva
de la mencionada asimilación de ciertas formas
propias del referente, asimilación que implica un
sutil proceso artístico que obviamente es tan
importante o más que el cumplimiento de la
decisión realista. (Cornejo Polar, 1978, pp. 20-
21)
Este rechazo a la función excluyente de
“interioridad para entender lo propiamente
indigenista, así como el análisis de ese “sutil proceso
artístico” que subyace en las obras indigenistas en
relación con su referente, señaladas por Cornejo
Polar, van a permitir incluir el indianismo
modernista de García Calderón dentro del proceso
de evolución del indigenismo, que es justamente lo
que Tomás Escajadillo vio y por lo cual va a tratar
con rigurosidad en sus estudios en torno al origen y
desarrollo del fenómeno de mayor trascendencia en
la literatura peruana del siglo XX. Porque, aunque se
mueva dentro de sus propias leyes, no le podemos
quitar ese derecho que posee la literatura de
problematizar y profundizar en aquello de lo cual se
nutre y que llamamos la realidad concreta.
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5. Conclusiones
El mundo de la literatura, si bien se nutre en
mayor o menor medida del mundo real, forma parte
de un universo ontológico diferente. Los mundos
representados del texto literario pueden parecerse o
ser muy distintos de sus referentes, pero siempre van
a ser otros”. Lo mismo podemos decir de los
cuentos de Ventura García Calderón en La venganza
del cóndor. Una buena parte de la crítica literaria
peruana, con Tomás Escajadillo a la cabeza, ha
valorado negativamente su “indianismo o
“indigenismo” a partir de criterios más sociológicos
o ideológicos que estéticos. Sin embargo, dicho
texto y otros forman parte del proceso del
indigenismo literario peruano sin ninguna duda.
En el contexto de publicación de La venganza
del cóndor se venían dando cambios sustanciales en
la narrativa literaria occidental. Ya habían aparecido
novelas como el Ulises de Joyce y se venía dando
toda una transformación en la tradición europea a
partir de la explosión de las vanguardias. Un
proyecto literario como el de García Calderón en
Francia, dentro de dicho contexto, podía verse como
francamente anacrónico al mantenerse en la línea de
una estética en declive como el modernismo. Sin
embargo, a pesar de dicha problemática, nos
encontramos ante una prosa fina y pulcra cuyo
mundo representado, con sus propias leyes
ficcionales, expresan una forma de mirar y entender
el mundo andino a partir de lo que el autor pudo o
quiso conocer.
Conflictos de intereses
El autor firmante del presente trabajo de
investigación declara no tener ningún potencial
conflicto de interés personal o económico con otras
personas u organizaciones que puedan influir
indebidamente con el presente manuscrito.
Contribuciones de los autores
Preparación y ejecución; Desarrollo de la
metodología; Concepción y diseño; Edición del
artículo; Supervisión del estudio: J-A.
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