Mujeres y guacas cusqueñas en la Relación de las fábulas y ritos de los Incas (c. 1575), de Cristóbal de Molina
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Enero - Junio 2023
1. Introducción
Cristóbal de Molina, el Cusqueño1, mencionó, en su
Relación de las fábulas y ritos de los Incas (c. 1575),
rituales a los guacas2 del Hacedor, el Sol3 y el Trueno.
En este aspecto, su obra se asemeja a la del resto de
cronistas peruanos de los siglos XVI y XVII, en las
que los guacas masculinos desempeñan un papel
preponderante en los mitos y ritos de los incas. No
obstante, Molina se aparta de sus contemporáneos es
cuanto al rol que otorga a lo femenino en el panteón
de la religiosidad andina.
El propósito de este artículo es establecer la
importancia de las diosas cusqueñas en las estas del
Cápac Raymi, la Situa y el Inti Raymi, descritas por
Cristóbal de Molina en su Relación de las fábulas
y ritos de los Incas. Esto equivale a demostrar
su participación en las ceremonias de las estas,
primero, como diosas consortes de dioses masculinos
(el Trueno o el Sol), y segundo, y más importante,
como guacas o diosas tutelares. El término “tutelar”
alude aquí a un guaca que funge como patrón de un
evento en particular o al que se dedican ceremonias
especícas. Se analizan, para ello, algunas
descripciones de rituales, cotejándolas, cuando el
caso lo amerite, con versiones de otros cronistas
con el n de complementar el análisis. También, se
aborda otro de los aspectos que diferencian a Molina
de la mayoría de los cronistas: los rezos u oraciones
consignados en la Relación, en concreto, los
1 No fue sino hasta 1990 (Urbano, 2008) que se supo que
Cristóbal de Molina era español y no de Cusco (como
tradicionalmente se creía), pese a que aún hoy se le sigue
llamando “el Cusqueño” para diferenciarlo de otro cronista
homónimo, Cristóbal de Molina el Almagrista.
2 No existe consenso en cuanto al sentido del vocablo guaca.
En algunas descripciones, se utiliza la denominación guaca
o huaca para referir un lugar sagrado o una deidad andina.
Esta acepción sigue la línea de Domingo de Santo Tomás,
quien denió la palabra como “templo de ídolos o el mismo
ídolo” (de Santo Tomás, 1560/2013, p. 788). Diferente
signicado le otorgó Diego González Holguín (1608), el
cual explicó las guacas como “ydolos gurillas de hombres
o animales que trayan consigo” (p. 189). En este caso, se
trata de un objeto que representa a una entidad natural, un
hombre o un animal. Esta es una interpretación similar a
la que aparece en Arte y vocabulario de la lengua general
del Perú, llamada quechua (1586), de autor desconocido,
donde se dice que es un “ídolo adoratorio, o cualquier
cosa señalada por la naturaleza” (p. 147). En referencia
al uso del término guacas femeninas, la versión de Ritos y
tradiciones de Huarochirí de Gerald Taylor las identica
con sus nombres y las denomina como “warmi wakataq
Cahuillaca sutiq karqan” (Taylor, 2008, p. 24). Taylor
se rerió a las guacas de manera general y las nombra en
singular y en masculino, “el guaca”, cuando se reere a una
guaca masculina especica. En este artículo, se seguirá el
mismo patrón (los guacas) para hablar de guacas mixtas o
masculinas, y se dirá “las guacas” cuando sean femeninas.
3 En Molina, el Sol tiene la connotación de Intip, aunque
en el mundo andino Intip y Punchao son variaciones de las
representaciones del guaca solar.
dedicados a Pachamama. De una de estas oraciones
se realiza un análisis semántico, tanto de la versión
quechua como de sus traducciones, para lo cual se
toman como base los trabajos de Urbano y Calvo
Pérez (de Molina, c. 1575/2008) y Szemiński (1993).
La Relación de Molina no es, por supuesto, la
única crónica que se ocupa de las deidades o guacas
femeninas del mundo inca cusqueño. La Suma y
narración de los Incas (1551), de Juan de Betanzos;
la Historia de los Incas (1572), de Pedro Sarmiento
de Gamboa, y la Relación de los adoratorios (1559-
1571), de Polo de Ondegardo, son algunos textos
coloniales que mencionan cultos cusqueños a la Tierra
o la Luna. Estos casos, sin embargo, contienen simples
menciones o proporcionan nombres y vínculos con
lugares especícos, pero se ocupan relativamente
poco de los ritos de las guacas femeninas o de su
papel activo como agentes religiosos.
El Manuscrito Huarochiri (c. 1598) quizás sea
la única crónica equiparable a la Relación de Molina
en cuanto al tratamiento de las guacas femeninas. En
aquella, encontramos diosas como Chawpi Ñamca,
Cavillaca o Chusquisuso en el centro de rituales
y cultos especícos descritos con abundancia de
detalles. Las guacas de El manuscrito, sin embargo,
pertenecen a Huarochirí y Yauyos, localidades
situadas en el actual departamento de Lima, que si
bien formaron parte del Tawantisuyu, dieren de
Cusco en cuanto a sus mitos y ceremonias. No puede
decirse, por tanto, que se trate de guacas cusqueñas,
aunque sí pertenezcan al panteón incaico.
Entre los trabajos críticos que se ocupan de la
representación de lo femenino en la Relación de
Molina se debe destacar Moon, sun and witches,
de Irene Silverblatt (1987), quien realiza un
trabajo minucioso de estas deidades, sus cultos y la
importancia del culto lunar cusqueño. Así mismo,
se destaca el trabajo de Jan Szemiński (1993), que
analiza los rasgos femeninos y masculinos que se
le atribuyen al Hacedor en la oración quechua que
Manco Cápac dirige a todas las guacas (p. 135).
McGun-Naranjo (2020) y Monteverde Sotil
(2011) son otros investigadores que han abordado la
representación de estas deidades.
El presente trabajo se sirve de dos ediciones de
la Relación. La primera es de Jiménez del Campo,
Cuenca Muñoz y López Parada (de Molina, c.
1575/2010), que reproduce la versión paleográca
sin las enmendaduras de ediciones anteriores. La
segunda corresponde a la edición de Henrique
Urbano y Calvo Pérez (de Molina, c. 1575/2008),
que presta especial atención a las formas lingüísticas
quechuas empleadas por Molina, y ofrece una
traducción rigurosa y modernizada de las oraciones
de la Relación.