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Herrera, C., Villanueva, N., & Zapata, K. (2023). Tierra Nuestra, 17(1), 70-78.
DOI. https://doi.org/10.21704/rtn.v17i1.1985
Enero - Junio 2023
respectiva honra. De manera similar, en el artículo
de Loza-Ramos et al. (2022), titulado “Análisis de la
violencia contra la mujer en el contexto andino”, se
mencionó que la violencia contra la mujer funciona
como un poder con el que los hombres pueden
mantener a las mujeres sujetas a un rol de género
establecido por ellos, lo que no les permite ejercer
algún derecho o libertad.
Sin embargo, por más que en la comunidad se
ejerciera la violencia contra las mujeres con el n
de “evitar” que cometieran errores que afectasen
su honra, eso no evitaba que ocurrieran muchos
embarazos no deseados como producto del abuso
sexual. Ante esta situación, el personaje de la abuela
adopta un rol muy relevante, ya que es la única que
se encarga de practicar abortos. A pesar de que la
repudian y atacan, las mujeres de la comunidad no
dejan de acudir con ella, pues posee los conocimientos
para lidiar con los embarazos.
3.1. Violencia y abyección femenina
La literatura contemporánea aborda la representación
de la violencia en la sociedad mostrando el sufrimiento
y la reexión que conllevan los sucesos violentos.
Para Alarcón (2012), la literatura vive un nuevo
realismo mediante la transmisión de la violencia
ejercida que realizan los medios de comunicación.
La mayoría de los relatos literarios que se asocian
con la violencia se focalizan en la representación
de la sociedad y del entorno en cada contexto para
evidenciar la deshumanización, la fatalidad o el
destino que aquello provoca. Los personajes, en los
relatos, representan la injusticia y el deseo de poder.
A partir de lo mencionado, el concepto “violencia
de género” es una problemática que incluso hasta
hace poco fue considerada un asunto que no se debía
expresar. Con el tiempo, ha trascendido y refuerza
que es un estado de subordinación de las mujeres
ante los hombres que implica la desigualdad de
derechos y la dominación mediante la violencia. Esta
discriminación hacia las mujeres se vive en el mundo
y en los diferentes países y culturas.
En consecuencia, aquella violencia de género,
segregación y desigualdad que subordina, en este caso
a la mujer, también se narra en la literatura. Lespada
(2015) resaltó la relación de la verdad y el poder con
la literatura, pues, según Foucault, aquella relación
hace que la literatura revele lo que “no se puede decir”
y transgreda los límites y reglas mediante el discurso
de la “infamia”. Es decir, la literatura, aunque es
cción, se compromete a revelar la verdad. Por ello,
la violencia en la literatura considera la realidad y se
transforma en un espacio de expresión sobre el horror
que esta implica.
Ante ello, el presente estudio se sustenta en Molas
(2012). Este autor expuso que el discurso patriarcal en
la literatura latinoamericana maniesta la misoginia
literaria, la cual representa, a su vez, la misoginia
en la realidad mediante el sistema de violencia
patriarcal. Así, las escritoras latinoamericanas
transgreden aquel sistema mediante su lucha ante esta
problemática. Asimismo, expresó que, en diversos
países latinoamericanos, en su mayoría, han sido los
escritores los que han resaltado. En cambio, desde
1912 hasta 1962, en Latinoamérica, no había ninguna
escritora más que Magaly García Ramis, que se
dedicaba no solo a los cuentos sino a la literatura en
general. De acuerdo con ello, la literatura se concibe
como un elemento que expone la realidad ideológica
de la superioridad del hombre y la inferioridad
de la mujer, además de demostrar transgresión y
resistencia.
Al respecto, el cuento “Sangre coagulada”
representa la violencia de género, el machismo y la
marginación hacia el sujeto femenino, y proyecta
aquella violencia como abyecta en la sociedad. Butler
(2002) denió “lo abyecto” del siguiente modo:
… lo abyecto designa aquellas zonas “invivibles”,
“inhabitables” de la vida social que, sin embargo,
están densamente pobladas por quienes no
gozan de la jerarquía de los sujetos, pero cuya
condición de vivir bajo el signo de lo “invivible”
es necesaria para circunscribir la esfera de los
sujetos. (pp. 19-20)
Por ello, el sujeto se desarrolla a través de la
fuerza de la exclusión y la abyección, aquello que
se presenta como lo exterior del sexo, lo que es
inclasicable e ininteligible. Así, los cuerpos se
constituyen como materias que son sexualmente
diferenciadas, intervenidas como productos de
relaciones de poder en donde el sexo y sus diferencias
se constituyen dentro de aquellas relaciones.
Los cuerpos son el lugar donde las relaciones
sociales y de poder inscriben su historia, y vienen
a ser un constructivo histórico. Grandinetti (2011)
mencionó que, según el pensamiento de Bourdieu,
“el cuerpo también es construido socialmente y en
relaciones de dominación. Es el mundo social el
que construye al cuerpo como realidad sexuada y
como depositario de principios de visión y división
sexuada” (p. 3). Además, para Bourdieu (2000), la
división de los cuerpos sexuados son el producto
de la dominación masculina, para la cual existe una
oposición falocéntrica, es decir, lo masculino se
asocia con lo positivo y alto; y lo femenino, con lo
negativo y bajo. Por ello, se entiende que los sexos se
construyen en las relaciones. Estas diferenciaciones
se producen por el discurso repetitivo que establece
lo social.