Leyendo «Laura era ella», de Jennifer Thorndike, desde Judith Butler.
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Julio - Diciembre 2023
De igual forma, la segunda gura metafórica
es la envestidura de la bata. Se evidencia el
miedo de la protagonista y el poder de lo social
sobre el cuerpo de la doctora, quien por medio de
esta prenda se siente como un sujeto que actúa a
partir de las normas; pero también la castra, ya
que niega su deseo. En palabras de Foucault, el
poder es aquello que forma, mantiene, sostiene
y a la vez regula los cuerpos (1975 p. 31). La
bata representa una máscara para seguir el orden
establecido y pertenecer al círculo social. En
palabras de la narradora:
Antes de irse, ella me vestía con la bata
blanca y me besaba en los labios con los
ojos humedecidos… Odio esta bata, cuando
te la pones no eres quien yo conozco… Esas
palabras eran demasiado ciertas como para
tolerarlas… Laura, mi reputación no puede
verse menguada. (Thorndike, 2007, p. 26)
En el párrafo anterior, se alude al rechazo
de Laura hacia la imagen de la doctora, porque
la bata escondía a su amada, su alma, deseos
e intereses. La bata regulaba y controlaba el
deseo de la doctora, y la convertía en un sujeto
que regula su cuerpo. Laura era consciente del
problema de la doctora; por eso, intentó ayudarla
a confrontar y aceptar sus deseos. Lo logró, pero
no pudo quedarse a su lado, porque el rechazo
social fue muy tortuoso para la doctora.
3.2 Rechazo social
El rechazo social alude al acto de discriminación,
crítica y acciones que violentan a los sectores
subyugados. En el cuento, esto se evidencia
con la crítica de los espectadores acerca de la
escena amorosa de una pareja lésbica: Laura
besa a la doctora en frente de los personajes,
que representan a la sociedad. En las siguientes
líneas, se describe la escena.
Chau, amor, susurró y me besó en los labios
cuando la puerta estaba abierta de par en
par, cuando todas las enfermeras, pacientes,
secretarias, barrenderos, niños, ancianos en
sillas de ruedas, madres gestantes y demás
detuvieron sus actividades para ver lo que
estaba pasando. Mis labios respondieron
por unos segundos, pero luego reaccioné…
(Thorndike, 2007, p. 22)
La escena evidencia la consternación de las
enfermeras, pacientes, secretarias, barrenderos,
niños, ancianos, entre otros. Estos personajes
son variados en género, edad y ocupación.
Aquello da la impresión de que el rechazo
no es propio de un determinado sector. No se
puede justicar que existen ciertas nociones o
prejuicios que han sido aprendidos solamente
por ciertas clases sociales, sino que el rechazo
es un común denominador en toda la sociedad,
adultos y niños, ricos y pobres, hombres y
mujeres, etc.
La sociedad reacciona con actos que
evidencian su intolerancia, o sea, el rechazo
no se queda solamente en el pensamiento o
una impresión propia, sino que, se ejecuta a
través del lenguaje, ya que «la materialidad de
los cuerpos es sencilla y únicamente un efecto
lingüístico que puede reducirse a conjunto de
signicantes» (Butler, 1993, p. 57). Por eso,
el signicado es reforzado por la constante
enunciación de la palabra. En esos términos, la
performatividad se concreta con el lenguaje, ya
que los discursos son las bases de una sociedad.
La ejemplicación de lo dicho anteriormente se
desarrolla en el fragmento siguiente:
¡Mira, mira!... ¡Qué asco, nunca lo
imaginé!… Ah, yo sí, se le nota… ¡Qué
inmoralidad!... Hay que entender que es
una enfermedad… ¡Dios perdona el pecado,
pero no el escándalo!... Los susurros, los
ojos de los demás juzgando, mi carrera, mi
reputación. (Thorndike, 2007, p. 25)
Como se observa en la cita anterior, las
palabras «que asco/inmoralidad/ enfermedad/
pecado/escandalo» son semas que poseen una
denición negativa. Algunas tienen la nalidad
de describir de forma perjudicial ciertas cosas
y acciones. En el cuento, estos semas también
tienen una nalidad negativa: juzgar a la
doctora, a su sexualidad, y tildarla de inmoral
y enferma.