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Vega, N. (2023). Tierra Nuestra, 17(1), 79-89. DOI. https://doi.org/10.21704/rtn.v17i1.2025
Enero - Junio 2023
historia, el lector, si el personaje no lo ha hecho,
toma sin embargo una decisión: opta por una
u otra solución, saliendo así de lo fantástico.
Si decide que las leyes de la realidad quedan
intactas y permiten explicar los fenómenos
descritos, decimos que la obra pertenece a otro
género: lo extraño. Sí, por el contrario, decide
que es necesario admitir nuevas leyes de la
naturaleza mediante las cuales el fenómeno
puede ser explicado, entramos en el género de lo
maravilloso. (Todorov, 1982, p. 53)
El aporte más importante de Todorov es la
distinción entre lo extraño y lo maravilloso para
explicar lo fantástico. Sostiene que lo fantástico es
un género dependiente y evanescente, situado en el
límite de dos géneros: lo maravilloso y lo extraño. Lo
fantástico es comparado con el tiempo presente, un
puro límite entre el pasado y el futuro, mientras que lo
maravilloso corresponde a un fenómeno desconocido,
todavía no visto, es decir, pertenecería al futuro;
mientras que lo extraño, el hecho sobrenatural
es reducido a hechos conocidos y pertenecería al
pasado. Luego, Todorov plantea subdivisiones
entre lo fantástico, lo extraño y lo maravilloso, y
menciona ejemplos de relatos en los cuales el hecho
sobrenatural, al nal de la historia, presenta una
explicación racional y, por lo tanto, corresponderían
a lo fantástico extraño. Si el hecho sobrenatural, al
nal de relato, no presenta explicación racional, sino
que se acepta tal hecho, entonces, el cuento se hallaría
en el subgénero de lo fantástico maravilloso. Por lo
tanto, en los subgéneros de lo fantástico extraño y de
lo fantástico maravilloso se insertarían narraciones
donde la vacilación se mantiene hasta el nal, lugar
de la narración donde la duda se desvanecería y el
relato pertenecería a lo extraño o lo maravilloso.
Pero, según nuestro parecer, lo fantástico extraño
realmente no sería fantástico, pues, al nal del relato,
lo sobrenatural tendría una explicación racional
y se quedaría en el ámbito de lo extraño; y en lo
fantástico maravilloso, al término del relato, el hecho
sobrenatural no tendría una explicación racional y el
lector asumiría la existencia de lo fantástico como
posible en un mundo como el nuestro, por lo tanto, los
relatos de este tipo sí serían fantásticos. El problema
con la propuesta de Todorov es que basa lo fantástico
en la vacilación o la duda del lector implícito, el
narrador o el personaje, elemento que solo explicaría
algunos textos, sobre todo, los relatos fantásticos del
siglo XIX, pero que no sería suciente para explicar
narraciones fantásticas del siglo XX, en las cuales
el hecho sobrenatural o imposible es evidente y no
hay duda de su presencia u ocurrencia, como se
presenta en La metamorfosis. La vacilación, por lo
tanto, no puede ser tomada como una característica
determinante para distinguir la fantasticidad de un
texto narrativo.
2.2 Propuesta de David Roas
David Roas, en su libro antológico Teorías de lo
fantástico (2001), plantea como rasgos del relato
fantástico las siguientes características. Para que
un relato sea fantástico, la presencia de un hecho
sobrenatural es una condición necesaria. Este
implica una transgresión de las leyes que organizan
el mundo real y supone una amenaza a la realidad,
pues la existencia de lo imposible conduce a dudar
de nuestra realidad y a pensar en otra diferente. La
segunda condición es que la transgresión que dene
lo fantástico solo se puede producir en narraciones
ambientadas en nuestro mundo, en relatos donde el
narrador representa un mundo semejante al del lector.
Por lo tanto, la historia narrada deberá ser contrastada
con nuestra realidad para poder determinar si se
inscribe o no dentro del discurso fantástico; la
realidad representada en el texto entra en relación
con lo real extratextual, es decir, nuestra realidad.
Frente a la vacilación planteada por Todorov, Roas
sostiene que lo fantástico no se dene como una
duda que el lector implícito debe resolver, pues esto
solo se cumple en algunos relatos, por el contrario,
hay narraciones en los cuales la evidencia del hecho
fantástico es innegable. Un tercer rasgo es que
el relato fantástico se caracteriza por su marcado
realismo. El efecto de realidad que se construye
en el relato fantástico es igual o superior que el
representado en una narración realista, pues el efecto
producido por el hecho sobrenatural será mayor en el
lector cuando este irrumpa en un mundo semejante al
nuestro. El cuarto rasgo, que rechaza Todorov en su
libro, es el miedo. Roas lo rescata como un elemento
importante; el miedo, no en el sentido de susto, sino
en el sentido de inquietud, de extrañamiento, una
reacción de amenaza frente a lo desconocido, frente
a lo fantástico. El crítico español aclara y mejora las
propuestas del crítico francés. Además, menciona
que entre lo fantástico y lo maravilloso la división no
es tan clara, pues hay narraciones que están a medio
camino entre ambos géneros (p. 12) y menciona
dos formas híbridas: el realismo maravilloso y lo
maravilloso cristiano.
2.3. Requisitos de lo fantástico
A partir de las lecturas previas de Todorov, Roas y
otros, proponemos que para que una narración sea
considerada fantástica debe cumplir los siguientes
requisitos (Vega, 2017):
La presencia de un elemento sobrenatural: el
relato fantástico debe presentar un elemento, hecho
o ser sobrenatural, que transgreda las leyes que rigen
la realidad, cuya presencia represente un conicto
entre lo posible y lo imposible dentro del mundo
representado. Este se maniesta como un choque