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Navarro, Y., Romo, P. (2022). Tierra Nuestra, 16(1), 41-48. DOI. https://doi.org/10.21704/rtn.v16i1.1903
Enero - Junio 2022
Según la Ocina de Drogas y Crimen de las Naciones
Unidas (UNODC, 2019), el homicidio intencional es el
crimen por excelencia y tiene efectos que sobrepasan
la pérdida de una vida humana. Por ejemplo, puede
arruinar la vida de la familia, la comunidad de la
víctima, y contribuye en crear un entorno violento
que genera un impacto negativo en la sociedad, la
economía y las instituciones gubernamentales.
Con nes estadísticos, según la UNODC (2019), la
muerte de una persona por homicidio intencional
presenta las siguientes características:
• El asesinato de una persona por otra persona
(elemento objetivo)
• La intención del autor de matar o herir gravemente
a la víctima (elemento subjetivo)
• La ilegalidad del asesinato (elemento legal)
Por otra parte, el riesgo de sufrir una muerte violenta
como resultado de un homicidio intencional a nivel
global ha disminuido en términos relativos. En 2017,
la tasa de víctimas por homicidio a nivel mundial
fue de 6,1 por 100 000 habitantes en comparación a
1993, cuando alcanzó 7,4. Sin embargo, en términos
absolutos, la data muestra un incremento de los
homicidios intencionados de 362 000, en 1990, a 464
000, en el 2017 (UNODC, 2019).
Además, en el 2017, tanto en términos relativos
como absolutos, la mayor cantidad de homicidios
intencionales ocurrieron en las Américas, con 17,2
víctimas por 100 000 habitantes, y 173,000 víctimas
totales. Asimismo, las actividades criminales causan
más muertes que los conictos y guerras combinadas.
Al respecto, 464 000 víctimas de homicidio
sobrepasaron a 89 000 muertes generadas por
conictos y 26 000 muertes generadas por terrorismo
(UNODC, 2019).
En el caso de América Latina, la tasa de homicidios
es aún mayor. Esta alcanza los 19,5 por 100 000
habitantes. Especícamente, El Salvador (62,1),
Venezuela (56,8), Honduras (41,7) y Brasil (30,5) son
los países que alcanzaron mayores índices (UNODC,
citado en Rettberg, 2020).
Asimismo, con respecto a la información sobre
homicidios intencionados a las mujeres, se indica que
87 000 mujeres sufrieron de homicidio intencional
en 2017, de las cuales más de la mitad (58%) fueron
asesinadas por familiares o parejas. Resalta que a
pesar de que el número de víctimas de homicidio
intencionado son en su mayoría hombres, cuando se
trata de homicidio por parejas o familiares y solo por
parejas, la mayor cantidad de víctimas son mujeres, lo
cual corrobora la existencia de crímenes relacionados
con la desigualdad de género y demuestra su
incremento en los últimos años (UNODC, 2019).
En concordancia con lo anterior, el feminicidio es un
fenómeno de creciente atención en América Latina.
Además, las mujeres son las víctimas más recurrentes
de la violencia sexual por parte de sus parejas íntimas
(33% de los casos). Por ejemplo, según Bott et al.
(2019), en 2017, el 30% de las mujeres peruanas
reportaron haber sido víctimas de violencia por
parte de sus parejas íntimas. Asimismo, Perú junto
con Colombia son los países con mayores casos de
violencia por parte de sus parejas íntimas (UNODC,
citado en Rettberg, 2020).
Además, con respecto a los niños, adolescentes y
jóvenes, se estima que 205 153 niños de 0 a 14 años
fueron víctimas de homicidio durante el período
2008-2017, de los cuales 59% eran hombres, y 41%,
mujeres. En el mismo periodo, un total de 1 691 869
adolescentes y adultos jóvenes de entre 15 y 29 años
fueron asesinados intencionalmente, de los cuales
el 86% eran hombres, y el 14%, mujeres (UNODC,
2019). En el caso latinoamericano, la mitad de las
víctimas tienen entre 15 y 29 años. En estos casos,
la violencia fue la principal causa de muerte entre los
jóvenes (UNODC, citado en Rettberg, 2020), y, por
ende, genera mucha preocupación en la sociedad y
requiere atención de manera prioritaria.
Así como en el caso de homicidios a mujeres, en el
caso de niños, adolescentes y jóvenes, la violencia en
general causa un impacto que trasciende la muerte
o afectación física de las víctimas. Al respecto,
de acuerdo con Jaitman et al. (citado por Rettberg,
2020), la violencia genera impactos económicos: ha
alcanzado el 3,55% del PBI de Latinoamérica y, con
ello, ha superado a Estados Unidos (2,75%) y a Reino
Unido (2,55%), entre otros.
2. Metodología
El enfoque de la investigación estuvo basado en el
análisis cuantitativo de la encuesta; y el estudio fue
exploratorio de tipo cuantitativo, basado en una
muestra no probabilística, con encuestas realizadas
al azar. La principal fuente de información analizada
procedió de encuestas realizadas al azar a estudiantes
de la Universidad Nacional Agraria La Molina.
Asimismo, el diseño de la investigación fue
transversal, ya que se analizaron las variables en un
solo momento para medir el nivel de percepción de
violencia en los estudiantes. El tipo de investigación
fue no experimental, pues no se realizó ninguna
manipulación de las variables y se recolectaron los
datos en el estado natural de los individuos.
Para resolver las hipótesis propuestas, se realizó una
encuesta a 100 alumnos universitarios, en las cuales
el 54% se identicó como género femenino; el 45%,
como masculino, y el 2%, como género no binario.
Además, la muestra de alumnos encuestados tenía
un rango etario entre los 18 y 22 años. Las preguntas
se enfocaron en conocer la percepción de cada uno